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Duelos desde el exilio. A la muerte de Néstor Kirchner

Por José Muchnik

Claro que terminó, hace 27 años que terminó … pero quedamos ahí, por el mundo, con nuestra memoria y nuestros camellos, hilvanando raíces, mestizando cielos, trazando sendas.

¿Estar o no estar?, el verdadero dilema. ¿Ser o no ser?: enorme, trágico error de traducción ¿no es así William?, el ser pertenece al espíritu, inasible, ambiguo, agridulce, tragicómico. El estar es absoluto, como la muerte, se está o no se está, cara o seca, cuerpo sólido, piernas, manos, bocas, aquí y ahora … nosotros no estamos, no estábamos cuando nos alcanzó la noticia en otra cortada, en otra bocacalle, en otro lugar.

¿Nos quién? Nos nosotros, los que estamos en este acto en París , en el 6 de la rue Cimarosa, en esta embajada argentina, frente a la placa que recuerda 30000 desaparecidos de un país que es el nuestro. Sentí necesidad de venir, de juntarme, de estar más cerca, y aquí estamos, setenta o tal vez ochenta, nómades, exilados, navegantes, estamos porque necesitábamos estar.

¡Qué terrible para los anti K! La K se hizo ele, ala, pájaro … emprendió vuelo, pagó su precio, entró al palco del jardín de los inmortales. ¿Y ahora qué? ¿Ahora cómo? ¿cómo cocinarán el odio? ¿en qué marmita? ¿cuáles salsas? ¿ cómo envenenarán sus flechas? ¿cómo dispararlas a un símbolo etéreo en su jardín?

Nadie podía imaginarlo, los golpes del destino diría un tango, y de golpe el Néstor se hizo símbolo, muerte parto alumbrando huellas, cañadones, encrucijadas, símbolo que puede, él sí, abrir los secretos del dilema, ¿estar o no estar? ahora no está y está, en el aire, impalpable, fuera del tiempo y el espacio… la K se hizo ele, ala, pájaro …

Aquí estamos, setenta o tal vez ochenta, nómades, exilados, navegantes, en este minuto de silencio, la bandera, su retrato, la placa de homenaje a las víctimas del terrorismo de estado (1976-1983), aqui estamos dejando algunas palabras, algunas frases en el libro de condolencias.

¿Ser o no ser? ¿soy K o no soy K? poco importa, la pregunta es: ¿por qué se hizo símbolo?, más que pregunta un misterio. Una pista puedo darles: para que algo o alguien se transforme en símbolo, debemos entender quiénes y porqué se reconocen en ese símbolo.

Y les hablaré ahora en primera persona del indicativo, no pretendo representar a nadie: yo soy y no soy, para mí no es hora de balances es hora de saber a qué pertenezco, en qué me reconozco. Confieso que me reconozco en ese hombre de mi generación llamado Néstor, me reconozco en su voluntad de dar dignidad a los argentinos, de decirles a los “profesores” del FMI, no somos sus alumnos, somos sus pares.

Me reconozco en su postura ejemplar sobre los derechos humanos, que se juzgue a los culpables, no por venganza, sí por justicia, sí para abrir heridas, para limpiarlas de raíz, para que algún día puedan cicatrizar, no crece la concordia sobre heridas infectadas. Me reconozco en … ¿Y usted jóven, usted señora, usted cordobés, porteño, mendocino o tucumano, usted morador de apartamento o de villa, usted descendiente de españoles, italianos, guaraníes o mapuches, usted maestra, empresario, panadero o albañil… usted … en qué se reconoce?

Tal vez el hilo conductor de tantos reconocimientos, de hombres y mujeres, de trabajadores del campo, de oficinas, del torno y de la pluma … tal vez ese hilo conductor nos permita entender porqué de golpe el Néstor se hizo símbolo, y sobre todo qué es lo que ese símbolo ahora representa.

El homenaje terminó, me sumerjo en el otoño parisino, enfilo hacia el metro masticando nostalgias …¿Cómo vas William? ¿ser o no ser? ¿estar o no estar?, aquí estoy, pateando baldosas, comprobando que no hay como París para masticar nostalgias.

Chau Néstor au revoir.

2 de noviembre de 2010

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