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ENTREVISTA | José Muchnik: Proposición poética para anular la deuda externa

Por Mateo Missio para Revista Brújula Barrial
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Entrevista a José Muchnik:
Cuestionar la deuda externa, los principios económicos que rigen el funcionamiento de nuestras sociedades, a partir de la experiencia poética, constituye la materia con la cual José Muchnik construyó esta obra, a la vez original y necesaria. 

Ediciones CICCUS acaba de editar Proposición poética para anular la deuda externa. El título parece en broma, aunque desde La Brújula Barrial sabemos que no lo es, surgió entonces la idea de hacer esta entrevista para poder clarificar qué hay detrás de ese título.

¿Cómo puede contribuir a anular la deuda externa un libro de poesía?

Por esas cosas del destino este libro aparece en un momento trágicamente apropiado. En Argentina la deuda externa vuelve a ocupar el centro de la escena a causa del último préstamo del FMI, 44 mil millones de dólares “fugados” y un doble delito, de parte de los solicitantes del crédito y de parte de los que lo acordaron. A escala mundial la pandemia y sus repercusiones provocaron una explosión de la deuda, estimada a finales del año 2020 en 277 billones de dólares, o si prefieren 277 millones de millones de dólares. No soy muy adepto de las cifras, cuando llegan a valores siderales me pierdo, me cuesta hacerme una representación, las cito como prueba de algo que todo el mundo sabe: esa deuda es impagable.

Vayamos ahora a tu pregunta. No creo que podamos ganar la “batalla de la deuda” si combatimos con las mismas armas de los acreedores, es decir, si nos limitamos a contestarla dentro de una lógica y un lenguaje exclusivamente económicos, eso nos llevaría a un callejón sin salida pues se trata de relaciones de poder y son ellos los que manejan las claves del sistema económico. Es cierto por otro lado que cuestionar la deuda externa, los principios que rigen las relaciones mundiales y el funcionamiento de nuestras sociedades, a partir de la experiencia poética del mundo, parece más bien una provocación divertida que un intento de cuestionar la deuda desde otra perspectiva. Pero dicho cuestionamiento es complejo, los principios éticos constituyen parte del mismo, es decir los valores humanos que justifican o no la legitimidad de la deuda. Dichos principios, sean del color que sean, se expresan con un lenguaje, es indiscutible que las maneras de pronunciar el mundo no son neutras, y que laborar la palabra es una de las misiones de la poesía y del poeta. La batalla del lenguaje existe y es fundamental, sin dar esa batalla, sin combatir la manipulación que hacen del mismo los poderes dominantes, perderemos las batallas en otros terrenos, económico, social o político. Un pequeño ejemplo sobre la manipulación del lenguaje para visualizarla mejor. Los tres pilares que dice defender el “neoliberalismo” son: el libre mercado, los derechos humanos y la democracia. Se apropiaron de “palabras con carga positiva”, simbólicamente densas, para manipularlas a su gusto, pues libre mercado no tiene nada de libre, derechos humanos son vapuleados para afianzar mercados, y Democracia está aspirando Ventolín en la ventana.

El subtítulo del libro es «¿Quién le debe quién?» a qué se debe esta pregunta.

Todo es historia, ya se ha dicho pero no es inútil repetirlo. La deuda externa también es fruto de un proceso histórico. El saqueo colonialista empobreció a algunos y enriqueció a otros. Durante mi tesis de doctorado, estudié en particular la historia del azúcar, una pequeña historia puede contener la Gran Historia. El famoso “comercio triangular” del azúcar, desangró África y arrasó América, era el primer producto del comercio mundial en los siglos XVII y XVIII, 15 millones de esclavos africanos fueron arrancados de sus hogares y embarcados hacia las costas americanas, los muertos en la travesía no están contabilizados. Podemos hablar también de la sumisión de los indígenas, de la Mita o del Yaconazgo, de la explotación en las minas de plata de Potosí, o del saqueo de Tenochtitlán. Por eso la pregunta ¿Quién debe a quién? No es un una metáfora poética, es una pregunta de Historia con mayúscula, una pregunta cuyo análisis conduce a pensar que la anulación de la deuda externa es una propuesta justificada con fundamentos éticos. “¿Nadie sabe siquiera / en que unidades contar? / ¿Humillaciones en arrobas? / ¿Cinismo en yardas? ¿O fanegas de marcas indelebles? Si nadie se atreve a contar / Si nadie sabe quién debe a quién […] ¿Por qué no anular las deudas? / La de sangre caliente / y creencias arrasadas / contra millares de moneda verde / estampados a medida”. (poema “Borrón y cuenta nueva”).

¿Cómo se lee desde Francia o desde Europa, de manera más amplia, la posición de nuestro país respecto a la deuda?

No exagero si afirmo que hoy en día los “países ricos” fabrican cada vez más pobres, las desigualdades, la brecha entre los que tienen y los que no tienen se agranda, no sólo en los países del sur, sino en todo el mundo, ver los trabajos de Thomas Piketty al respecto. Por eso a tu pregunta ¿Cómo se lee nuestra deuda desde Europa? podría responder: depende de quién la lea. Los dirigentes de la Comisión Europea o del Banco Central Europeo (BCE), la leerán con los ojos del rigor fiscal y las políticas de austeridad. Pero un sector cada vez más amplio de la población europea sufre en carne propia el desmantelamiento de los servicios públicos, la falta de empleos o su precariedad. Hace poco, un presidente francés, “socialista” él, se refirió a los “sans dents” (sin dientes) para referirse a los pobres que no pueden pagarse una dentición correcta. “Liberté égalité fraternité”, en estos tiempos, en el país de Voltaire, implantarse una muela es cosa de pudientes. ¿Ya vieron las colas en Dallas o Londres para conseguir cajas de comida en plena pandemia? No hay “primer mundo”, segundo, tercer o cuarto mundo… en esto también el lenguaje condujo a construir falsas representaciones. El mundo es único, con una repartición de riquezas cada vez más injusta. ¿Endeudados del mundo uníos? Muchos europeos comienzan a pensar que anular en buena parte, o en su totalidad, las deudas externas, no es una idea alocada. Ver los trabajos del CDATM (Comité por la abolición de las deudas ilegítimas) y la declaración de intelectuales europeos de febrero 2021 “Anular la deuda pública con el BCE para que nuestro destino vuelva a estar en nuestras manos”.

¿Cómo cree que podemos combatir el blindaje mediático que solapa -parafraseando un poema suyo- a quienes controlan los hilos de tomates y berenjenas?

Disculpa mi obsesión por el lenguaje, me da la sensación que el término “blindaje” los sobrevalora, les da algo de superman, cuando en realidad la crisis actual refleja el agotamiento del modelo neoliberal. Yo hablaría más bien de “barniz mediático”, tratan de ocultar la verdad, la disimulan, la recubren de capas de mentiras, de barnices sucesivos para que no aparezcan sus miserias a la luz del sol, pero tarde o temprano ese barniz se resquebraja y la verdad aflora, es lo que pasó con la dictadura militar en Argentina (1976-1983), trataron de ocultar sus crímenes, no pudieron. Los crímenes financieros de los endeudadores seriales también saldrán a luz, no me cabe duda. La poesía puede formar parte del removedor que contribuya a resquebrajar ese barniz mediático, es lo que traté, en el caso de la deuda externa, con este libro. Interrogar con lenguaje transparente ¿Quién debe a quién? ¿Qué es el mercado? ¿Quién controla los hilos de tomates y berenjenas? Decir “Bancos para contar / los pulsos por minuto / de escuálidos paisitos / doblados con vómitos / en un ángulo del informe” Acercarme a la verdad, no disfrazar el lenguaje, todo lo contrario, lanzar palabras como jabalinas al centro del ruedo, a desafiar los monetarios toros del internacional fondo.Reconozco queel lugar de la poesía y de los poetas como “removedores” del barniz mediático podría sin duda fortalecerse. Asumo el compromiso, claro que la integración de la poesía y de los poetas en los medios de difusión debería acompañar este proceso.

¿Cómo definiría el espíritu revolucionario de la poesía?

Tal vez valdría la pena hacer en primer lugar una distinción entre poesía y poema. La poesía ya existía, antes de la escritura, en invocaciones asociadas a nacimientos o ritos funerarios, en cantos que acompañaban las cosechas o la forja de los herreros, en el TAM-TAM de tambores que ritmaban danzas. La poesía nace con el lenguaje, palabras y ritmos para comunicar y transmitir cosas esenciales, mitos que explican a los hombres sus orígenes, su transitar en el mundo, su vida en sociedad, ritos que regulan momentos sagrados, invocaciones de fuerzas “sobrenaturales”… La poesía es existencia, es vida, una criatura al nacer, el temblor del primer beso, rocío sobre un clavel… Poesía es vida “Una charla de madrugada alcanza / para agrandar el horizonte / Un mate entre guitarras puede / enarbolar un aire nuevo”. Poesía es vida, por ello la poesía es en sí revolucionaria, en relación a un sistema social y económico que toma las vidas como engranajes, que considera las vidas como objeto de rentabilidad financiera o las destina al descarte.  El poema trata de plasmar en un texto la vida, la emoción que transmite la poesía, eso ya es más difícil. Por ello todo poema es una aproximación, pues es imposible plasmar la vida en un texto. No por gritar revolución un poema será revolucionario. Pero el poema puede acercarse al corazón del mundo, provocar resonancias con otros pulsos. La poesía no se instala en la mesa de negociación de la deuda con balances y ecuaciones, no es su oficio. La poesía debe mostrar la vida herida / marchitada por causa de este modelo económico, sus políticas de austeridad se tradujeron por muerte, pongamos vida en el otro platillo de la balanza. Por ahí pasa el espíritu revolucionario de la poesía, que el poema debe “traducir” en palabras, por romper los moldes en los que nos quieren contener, autopsiar los valores que pretenden imponer. To be some one (ser alguien) no por tu belleza espiritual, tu conocimiento de la naturaleza, tu empatía hacia el prójimo, tu vida en sociedad… To be someone por meritocracia servil, éxitos de pacotilla, dinero acumulado como norte de la existencia, no dinero para vivir, sino vivir para el dinero ¿Para llegar a dónde? ¿Para ir a dónde? El amor sí es revolucionario, la amistad, la solidaridad, son revolucionarios.

Por Mateo Missio

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